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Análisis de una derrota

En la noche del 21 de abril de 2002, la izquierda deliberadamente prefirió correr el riesgo de perder las elecciones legislativas, a hacer el análisis de su derrota. El Partido Comunista Francés (PCF) y el Partido Socialista (PS) movilizaron a su militancia al servicio de Chirac, el representante de la burguesía. La izquierda gubernamental pagó caro ese apoyo incondicional, perdiendo 136 diputados y ocupando sólo el 31% de las curules contra 54% que tenía en la anterior Asamblea Nacional. Si bien la derecha ganó globalmente 148 escaños, es la nueva UMP [1] la que ocupa 64% de los asientos contra 23% en la Asamblea saliente. El 16 de junio Chirac tomó su revancha sobre Giscard d’Estaing quien, el 19 de mayo de 1974 había tomado ventaja en la competencia por el liderazgo de una derecha dividida. Chirac ganó una contienda que lleva a cabo desde 1976, fecha de creación del RPR [2] para dominar a la derecha surgida del gaullismo [3] marginando a la UDF [4] y excluyendo al FN [5].

Derrotas simbólicas en la izquierda

Aun cuando el PCF amortigua su caída preservando un grupo parlamentario, la derrota de Robert Hue simboliza el impasse en que cayó la política del partido desde 1981, fundada en el abandono de la lucha de clases, a cambio de algunos puestos ministeriales. El viraje hacia la “austeridad” realizado por Pierre Mauroy en 1983, y la no tan disfrazada adhesión de la izquierda al neoliberalismo, han mostrado la realidad del juego de los comunistas en el gobierno: servir de garantía para hacer aceptar a la clase obrera la política antisocial del gobierno. Esta aspiración a administrar los negocios de la burguesía no es nueva, ya que el PCF había vendido su influencia sobre la clase obrera, de 1945 a 1947, para compartir el poder con los socialdemócratas de la SFIO [6] y los demócratacristianos del MRP [7]. En el futuro el PCF desempeñará un papel marginal en la recomposición de la izquierda.
 
El PS sigue siendo la principal fuerza política de la izquierda, pero está amputado de numerosas personalidades, sobre las que reposaba la estrategia de Lionel Jospin. La caída de Martine Aubry en Lille, antiguamente bastión de la clase obrera, simboliza la desaprobación política del gobierno de Jospin e ilustra cuan lejos estaba de las preocupaciones de las clases populares ese partido de “énarques” [8].
 
La cuestionada ley sobre las 35 horas, llamada Ley Aubry, que el gobierno quiso hacer pasar como una conquista social similar a la de las 40 horas en 1936, ha beneficiado, sobre todo, a los trabajadores privilegiados del sector privado. Pero esta ley eliminó la reglamentación de la duración semanal del trabajo en beneficio de la anualización, de la flexibilidad y, en consecuencia, de la individualización de la duración del trabajo. La Ley Aubry ha permitido también a las empresas financiar su reestructuración organizacional y directiva con fondos del Estado. Tuvo, según los expertos, efectos muy limitados sobre el empleo, ya que las creaciones subvencionadas estaban ya programadas, pero su financiamiento fue y será cada vez más problemático. Son los trabajadores eventuales y los jubilados -que no se benefician con ello- quienes pagarán caro este regalo a las empresas.
 
La derrota de Jean-Pierre Chevènement y su Polo Republicano [9] es simbólica para la izquierda, como lo son para la derecha las del RPF [10] y del MPF [11] , del fracaso de la ideología nacionalista que se resistía al desarrollo de la Unión Europea. El paso sin tropiezos a la moneda única, en enero de 2002, socavó las bases de una reacción nacionalista que sólo la extrema derecha populista reivindica todavía: «Las [elecciones] legislativas aclararon las cosas. Todos nuestros competidores, partidarios de Villiers, Pasqua o Chevènement fueron barridos” (Bruno Gollnish, número 2 del FN, en Libération del 22 de junio de 2002). La UDF había comenzado la reconversión del Estado y del capitalismo franceses a la Unión Europea, a fin de que las empresas francesas siguieran siendo competitivas en la reorganización de los mercados mundiales después de la crisis petrolera de 1974; el PS y el PCF lo realizaron y el RPR se unió a esta posición.
 
Por último, los Verdes sufren pasivamente el fracaso de Dominique Voynet. Los ecologistas, largo tiempo aferrados a la ideología “ni de derecha ni de izquierda”, aprovecharon la estrategia del PS de la izquierda llamada “plural”, destinada de hecho a reducir la influencia del PCF, para participar en el gobierno. El cuestionamiento de la ley litoral en Córcega mostró cómo estaban los ecologistas menos apegados a la defensa del medio ambiente -el acondicionamiento ecológico del capitalismo– que a su pequeño puesto ministerial.

Fragilidad de una victoria de la derecha

La victoria de Chirac, el 5 de mayo, y la de la UMP, el 16 de junio, siguen siendo frágiles. La nueva Asamblea, dominada por la UMP, no representa realmente al electorado francés, ya que más del 42% de los electores rehusaron escoger entre una izquierda y una derecha que enarbolan un mismo proyecto político, el del neoliberalismo. Así, la mayoría presidencial no representa sino 28% del padrón. La ausencia de representación de tres millones de voces de extrema izquierda y de los cinco millones y medio de voces de la extrema derecha pesará mucho en los cinco años por venir, frente a 9.2 millones de voces de la izquierda y de los 10.8 millones de voces de la derecha. Esos 8.5 millones de voces excluidas del Parlamento, representan, inclusive de una manera deformada, a los excluidos del crecimiento y a los marginados sociales: los trabajadores eventuales, los desempleados y los pobres [personas sin empleo ni seguro de desempleo y personas sin domicilio fijo].

La izquierda ha ignorado esas voces durante cinco años y la derecha, naturalmente, no las oirá. El gobierno Raffarin está bien decidido a transformar la victoria política de Chirac y de la UMP, en victoria social y a hacer pagar a los trabajadores la derrota de la izquierda gubernamental, aumentando, por ejemplo, en 3.6% el precio del cupón de transporte en la región parisina y duplicando las cotizaciones de los intermitentes del espectáculo. Los partidos de izquierda han fracasado. Las organizaciones trotskistas (LO [12], LCR [13] y PT [14]) que, por acto u omisión contribuyeron al plebiscito a favor de Chirac y por consiguiente, de la UMP, están descalificadas para abanderar las luchas políticas de mañana. La necesidad de la construcción de un partido que represente los intereses de clase de los trabajadores a escala mundial se impone hoy más que nunca.
 
Serge LEFORT
22 de junio de 2002

Traducción : MTB de la UNAM, México

[1] Unión para la Mayoría Presidencial.

[2] Reunidos por la República.

[3] Ideología nacionalista del General de Gaulle.

[4] Unión para la Democracia Francesa, partido de centro derecha.

[5] Frente Nacional, partido de extrema derecha de Jean-Marie Le Pen.

[6] Sección francesa de la Internacional Obrera, II Internacional.

[7] Movimiento Republicano Popular.

[8] Egresados de la Ecole Nationale d’Administration (ENA), escuela elitista que prepara a las funciones del Estado.

[9] Partido que quiere unir contra la Unión Europea a los nacionalistas de izquierda y de derecha.

[10] Reunidos por Francia, partido nacionalista, dirigido por Charles Pasqua, surgido del gaullismo y cercano a la extrema derecha que lucha contra la Unión Europea.

[11] Movimiento por Francia, partido nacionalista, dirigido por Philippe de Villiers, de tendencia monárquica y cercano a la extrema derecha que lucha contra la Unión Europea.

[12] Lucha Obrera.

[13] Liga Comunista Revolucionaria.

[14] Partido de Trabadores (ex-OCI).

© Serge Lefort - Desde Coyoacán