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La guerra del SMIC no ocurrió

Antes de las elecciones legislativas, el gobierno de Jean-Pierre Raffarin se preciaba de haber resuelto el largo conflicto de los médicos generales, concediéndoles el aumento del precio de la consulta de 18.5 a 20 euros (+ 7.5%). Después de las elecciones legislativas, el gobierno Raffarin anunció, desde antes de la reunión con los sindicatos, que limitaría el aumento del SMIC [1] , el 1 de julio, a lo estipulado legalmente, es decir, a 2.4% sin aumento suplementario que los precedentes gobiernos habían otorgado con el cambio del control parlamentario. Alain Juppé había concedido 2.2% más que el mínimo legal en 1995, y Lionel Jospin, 2.26% en 1997, pero el Sr. Raffarin declaró «El SMIC aumentará 2.4% el 1 de julio, lo demás, se verá después». Y punto.
 
La izquierda y las burocracias sindicales ironizaron sobre el Primer ministro, que «quiere tanto a la “Francia de abajo” que desea, sin duda, que se quede abajo» Pero más allá de una denuncia meramente formal de un nuevo gobierno de derecha, ningún partido ni ninguna organización sindical convocó a los trabajadores a oponerse, mediante la huelga, a Jean-Pierre Raffarin (Primer ministro), a Francis Mer (ministro de la Economía, Finanzas e Industria ) y a François Fillon (ministro de Asuntos Sociales, Trabajo y Solidaridad), como lo habían hecho los médicos. Los 2.7 millones de trabajadores que perciben el salario mínimo y representan el 13% de la población económicamente activa, no obtuvieron sino frases vacías con un afán desmovilizador.

Demagogos reformistas

El PCF proclama que «cayó la máscara». El PS acusa al gobierno de «olvidar sus promesas» (Jean-Marc Ayrault, presidente del grupo socialista de la Asamblea nacional). La CGT habla de «mensaje enviado cifrado por el gobierno» (Bernard Thibault, secretario general). La CFDT estima que Jean-Pierre Raffarin dio un traspié (François Chérèque, secretario general). FO le «saca tarjeta amarilla» por su torpeza (Marc Blondel, secretario general). Finalmente, la CFTC declara su «decepción» (Michel Coquillion, portavoz). Toda esa grandilocuencia no logra hacer olvidar que ellos mismos convocaron a votar por Jacques Chirac el 21 de abril y le dieron un cheque en blanco para realizar su política antisocial.
 
¿Qué proponen esos demagogos reformistas a los millones que ganan salario mínimo y a los millones de desempleados? Nada! Michelle Biaggi, portavoz de FO, asegura hipócritamente que «Fuerza Obrera está con los trabajadores si quieren luchar por sus salarios.» ¿Qué pensar de un general que anima tibiamente a sus tropas a combatir sin estrategia ni logística alguna, y que se limita a mirarlos combatir, desde atrás? Fue Marc Blondel, el líder de Fuerza Obrera, quien mejor resumió el reproche que hacen los burócratas al gobierno de Jean-Pierre Raffarin : «Hubiera podido respetar a las organizaciones sindicales». ¡Está claro que no se oponen al gobierno en el fondo, sino en la forma! La metáfora futbolística ilustra no la iniquidad de la medida sino sólo la torpeza de su anuncio prematuro.
 
La izquierda no quería oponerse al gobierno pues es responsable de una situación absurda. La ley del 11 de febrero de 1950, que instituyó el SMIG [2] se insertaba en el marco de procedimientos de ajuste de conflictos de trabajo, es decir, de la huelga, a cambio de la participación de los sindicatos en la negociación de contratos colectivos. La del 2 de enero de 1970 reemplazó el SMIG por el SMIC, que se indexaría a la tasa de inflación. La ley Aubry de 1998 complicó el sistema creando niveles de referencia variables, según la fecha del paso de cada organización a las 35 horas. Así, al día 1 de julio de 2002 hay siete diferentes SMIC y ¡habrá diez en 2005! François Chérèque reconoce, por lo demás: «tenemos hoy hasta 111 euros por mes de diferencia entre dos SMIC» debido a la aplicación de las 35 horas.

Vae victis! [Desgracia al vencido]

François Fillon puede permitirse decir : «He ahí a personas que estaban en el poder hace apenas unos días, que no aumentaron el SMIC en 1999, que no lo aumentaron en 2000, que concedieron en 2001 un aumento meramente simbólico [0.27 %], y hoy nos están dando lecciones». La izquierda en el poder favoreció las subvenciones a las empresas (350 000 millones de francos), estimuló el trabajo precario, estableció el PARE [3] y maquilló las cifras de desempleo (la exclusión de listas oficiales de desempleados aumentaron en 60 % en un año). El SMIC no es una conquista social, sino un dispositivo que beneficia primeramente a las empresas por las cotizaciones sociales reducidas (alrededor de 15 % por un SMIC de 35 horas contra 40 % por un empleo “normal”).
 
El MEDEF [4] y el gobierno utilizan hoy los mismos argumentos que antes, para frenar el aumento de los bajos salarios. Cuando el MEDEF afirma que «un punto suplementario en el aumento del SMIC podría destruir 29 000 empleos» y François Fillon declara «no se puede cargar la barca con el costo del trabajo, sin correr el riesgo de aumentar el desempleo», retoman el argumento del Sr. de Villoutreys que afirmaba, en 1950, en nombre de la comision de la producción industrial, «la comisión ve con preocupación el restablecimiento de la libertad de los salarios, pues el encarecimiento de los precios de coste, no sólo nos colocaría en desventaja en los mercados exteriores, fuente indispensable de divisas, sino que pondría nuevamente a nuestros industriales en posición difícil en el mercado nacional».
 
Bien sabía la derecha que los partidos de izquierda y las organizaciones sindicales que hicieron elegir a Jacques Chirac, no se opondrían en actos a una simple revalorización legal del SMIC. Tras su aspecto rechoncho, Jean-Pierre Raffarin les mostró quién era el patrón. Sentó un precedente para futuras negociaciones: armonización de los salarios mínimos; empleo, especialmente en el caso de los menores de 25 años y los mayores de 50; los jubilados; establecimiento de las 35 horas en la función pública y en las pequeñas y medianas empresas; el servicio mínimo de la RATP [5] y la SNCF [6], etc. Las gesticulaciones verbales nada cambian. El MEDEF y el gobierno saben bien que los sindicatos se contentarán con participar en futuras negociaciones y pedirán solamente no quedar fuera del juego.
 
Serge LEFORT
25 de junio de 2002

Traducción : MTB de la UNAM, México

[1] Salario mínimo interprofesional de crecimiento.

[2] Salario mínimo interprofesional garantizado.

[3] Plan ayuda para la búsqueda de empleo que obliga a los desempleados a aceptar un trabajo mal pagado.

[4] Organización patronal.

[5] Compañía del metro de París.

[6] Compañía nacional de trenes.

© Serge Lefort - Desde Coyoacán